jueves, 1 de abril de 2010

pagar las consecuencias


Cuando el alcohol rompe el equilibrio de la sangre que corre por mis venas se lleva también por delante mi equilibrio en el actuar. Pierdo mi talante, olvido mi estar callada, desaparecen las distancias de seguridad. Mi cara se llena con una sonrisa burlona, pícara, que no feliz y siento todo exageradamente más intenso. Me vuelvo descarada, "cariñosa", seguramente insoportable, probablemente vergonzosa para la gente que me rodea. Me vuelvo diferente, o más yo que nunca. Cruelmente sincera, impulsiva, queriendo a todos, que no amándolos. Mi charla se vuelve verborrea y hago y digo lo que pienso, o más bien no pienso en nada, no al menos utilizando la misma lógica que cuando estoy sobria. Debería dejar el alcohol o estar constantemente borracha, no me gusta esta doble personalidad, no me gusta no saber qué YO soy más.

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