lunes, 14 de noviembre de 2011

Te evaporarás.


Aún me quedan un par de recuerdos tuyos que me cosquillean la cabeza de manera desagradable. La sacudiré, un par de veces, hacia delante y hacia atrás, a izquierda y a derecha, y esas motitas de ti caerán sobre mis hombros a modo de caspa. Las dejaré ahí, un poco más de tiempo, para que su peso sobre mí no resulte más adelante parecerme liviano. Pesan, mucho, a veces demasiado, así que las mantendré ahí un par de semanas más, para que la espalda me encorve aún un grado o dos más y se convierta por fin en una secuela irreparable que no me haga volver a caer. Pasados eso días las sacudiré con mis manos y tus motitas de recuerdos se fundirán con tantas otras motas de polvo, de memoria de otras personas y formarás entonces parte de la arena que piso, de las nubes que descargan sobre mí o de la humedad que me hace estornudar, pero no de mí. Nunca más.

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