jueves, 3 de junio de 2010

ensoñaciones





Clara, morena, ojos marrones, del color de la miel. Cabello encrespado, un poco por la humedad del mar y otro poco por lo descuidada que era para su aspecto. Las manos en la arena, cogiendo pequeños puñados que con el agua se resbalan entre sus dedos. Las olas intermitentes mojando sus pies, sólo hasta la mitad. Le gustaba dibujar un círculo a su alrededor, con los dedos, cuatro surcos que la rodeaban. Le agradaba verse allí dentro, tener la sensación de que eso le aislaba de todo, un pequeño escudo contra el mundo, que la mantenía a ella allí, a solas consigo misma, disfrutándose o aborreciéndose dependiendo del día, pero sin ningún intruso en su mundo.

Aquellos minutos eran los que más disfrutaba del día. Le quitaba la voz a todo el exterior y así podía concentrarse en tomar la mejor decisión, en la mejor manera de solucionar el problema de turno en el que hayase metida, o para regodearse en la felicidad de aquellos días en que todo le salía tan bien que incluso sentía un poco de miedo a despertar y descubrir que había sido sólo un sueño.

Ese día Clara llevaba puesto su bikini blanco que era, probablemente el que menos le gustaba de los, por lo menos, diez que tenía, pero su madre una vez más había vuelto a retrasarse en la colada y ese había acabado siendo su única opción. La relación con su madre era algo tan difícil que sin duda habrá que reservar un capítulo sólo para hablar de ello.

Los martes eran días especialmente complicados. Una vez que se pasaba la pesadumbre de los lunes y empezaba a ver con más claridad las cosas que habían pasado a lo largo de ese fin de semana. Martes, día de pensar en dejar aquélla vida que no le llenaba, y en la que al final se veía sumergida uno tras otro, todos los viernes y sábados, inevitablemente.

Veranos llenos de turistas. Morenos, rubios, españoles, ingleses, marroquíes, alemanes. Clara iba de uno en otro, pasando de éstos a aquéllos brazos sin sentir el calor de ninguno de ellos. No quería, lo tenía claro. Nada de involucrarse emocionalmente. Había aprendido bien esa lección: era la única manera eficaz de no pasarlo mal.


4 comentarios:

  1. ooooooooooo que recuerdos contrae ese nombre :-)

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  2. es de algún libro no ?

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  3. cuando pongo algo que no es mío, siempre digo de donde lo he sacado

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  4. Parece que Clara tiene miedo, miedo a acabar otra vez herida. Quizás, pensar como un funambulista sería provechoso. Pero quién soy yo para aconsejar así...

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