viernes, 4 de noviembre de 2011

El loco.


Tres descripciones

Para apagar un fuego sin agua no hay que tratar de tú al fuego, ni hay que luchar con mantas y arena. Da por perdida una zona, sácale ventaja, haz un buen cortafuegos y reza porque la bestia se consuma a sí misma.

No pueden ir tan lejos los recuerdos cuando nos empeñamos en luchar contra lo que no se puede. Callarse a veces es lo peor, y a veces es la única alternativa, porque a veces la verdad que sientes no puede hacer más que destruir a quien quieres. Que cada uno aguante su cruz llegado este punto.

La sensación es como la de respirar en el agua, con tus pulmones reventando por expulsar ese elemento. Un último espasmo involuntario que inevitablemente conlleva que entre aún más agua. De repente todo brilla y se apaga, permaneciendo en una realidad suspendida.

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