lunes, 15 de octubre de 2012

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"Si no hubiera estado tan destrozado por Ada es más que probable que Gabriel no se hubiese dejado llevar por el entusiasmo de Patricia, ni se hubiese conmovido tanto ante la admiración que ella parecía profesarle. Si le huebiera encontrado entero, Patricia no habría recompuesto sus pedazos. Si no hubiera habido una Ada, Gabriel quizá no habría necesitado de consuelo, puede que ni si quiera se hubiera fijado en ella. (...)
 
(...) Gabriel casi se alegró, porque estaba convencido de que no podría haber soportado mucho tiempo más el tormento de desearla y no tenerla. Nunca supo entender el carácter de Ada: ella no parecía tener continuidad entre sus impulsos sucesivos. Un día se anunciaba dispuestísima a dejar a su marido y, al siguiente, se arrepentía o simplemente olvidaba lo que había dicho. Escapa de los momentos críticos y no se molestaba en reflexionar sobre el daño que causaba. Pero cuando la ausencia de Ada dejó de ser proyecto y se convirtió en realidad, Gabriel creyó morir. Incluso se presentó un fin de semana en Sheffield para intentar convencerla de que se divorciara. (...)
 
(...) Y entonces recordó: "Quizá sencillamente tengas que tocar el dolor y revolcarte en él, y no intentar evitarlo como llevas años haciendo, no intentar disimular. Algún día te darás cuenta de lo ridículo que es intentar siempre hacer el papel de sensato, del contenido, del tranquilo. Algún día deberás dejar de hacerle creer al resto del mundo que las cosas te resbalan y que puedes con todo y más".

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