martes, 16 de octubre de 2012

Una pequeña historia y el recuerdo de nuestra cuerda

Ayá por el 2001 más o menos empecé a leerme una novela de Lucía Etxebarría, creo recordar que por recomendación de Luisa, ella había leído algo y la tía le había fascinado. Su criterio para las lecturas siempre me había parecido muy fiable y reconozco que, incluso en estos largos años sin que tengamos relación he elegido más de una novela por recomendación directa o indirecta suya. El caso es que comencé a leerla y desde el principio noté que no me enganchaba lo más mínimo pero como no me gusta dejar los libros a medias (es curioso porque con otras cosas lo puedo hacer sin problemas) intenté acabarla, eso sí, sin éxito. Supongo que en lo que duró esa aburrida lectura se cruzaría en mi camino algún otro libro que me cautivara desde el principio y que precipitara lo inevitable: dejar el otro a un lado. Hace poco una amiga me recomendó que me leyera el último libro de dicha escritora, y yo, contundente, le dije que no pensaba leer nada más de ella, que me recordaba a Almodovar  y que sus historias estaban sobrecargadas de homosexuales, drogadictos, adictos al sexo y de todo ello mezclado. A los pocos días acompañé a Irene (mi cuñada) a su casa y, por primera vez, entré en su habitación y en la de su hermana, y allí me dejó sola mientras ella iba al baño y siendo lo curiosa (o cotilla) que soy estaba claro que iba ocupar mi tiempo en inspeccionar todo al milímetro, eso sí, sin abrir ni un cajón. Encima de la cama había una estantería repleta de libros y, muchos de ellos, libros que a mí me han encantado, pero muchos otros de Lucía Etxebarría, no sé el número exacto que formará su bibliografía pero allí había al menos siete. Curioso, pensé. Y el domingo, aburrida, y sin demasiada resaca como para disfrutar del "no hacer nada" típico dominguero voy y descubro una red social de libros, un espacio donde la gente pone los libros que va leyendo, le da puntuaciones, hace críticas... esas cosas, y sorpresa mía, uno de los libros mejores puntuados: El contendio del silencio, la última novela de la susodicha. Lo tomé como demasiadas casualidades e inmediatamente llamé a un amigo que sabía que lo tenía, me lo prestó y ya casi estoy acabándolo... inesperadamente adictivo. Así que hoy he pensado que era hora de darle una segunda oportunidad a ese libro que hace tanto tiempo  dejé atrás y después de mucho rato buscando en una y otra estantería al fin lo he encontrado: De todo lo visible y lo invisible, una novela sobre el amor y otras mentiras. Y ahí, señalando esa última página que leí hace 11 años estabas tú con aquélla simple cuerda negra colgada al cuello que tanto significado tenía para nosotros, una página cuyo primer párrafo es éste...

"Al principio Ruth estuvo casi tentada de despreciar a Pedro por conformarse con una solución tan fácil, una solución que aparentemente implicaba tan pocos retos, la opción cómoda de elegir por pareja a alguien que no represente un desafío en ningún sentido, a alguien aparentemente tan inferior que a nadie se le pasaría por las mientes que fuera a abandonar un chollo como el que le había caído en suerte, pero después tuvo que admitir que era mucho más difícil elegir a alguien que implicaba una pareja estable, un compromiso firme, unos sentimientos aceptados, alguien al que se entregaba, alguien que resultaría sumamente herido si se le abandonaba, alguien de quien había que hacerse responsable, que optar por la solución contraria: enamorarse de alguien aparentemente superior que no ofrecería nunca posibilidades de cimentar una relación seria."

No hay comentarios:

Publicar un comentario